La mayoría de nosotros no sabemos que además de los sistemas respiratorio, circulatorio, digestivo, linfático, inmunológico, nervioso, motor y urinario, también tenemos un sistema endocannabinoide que está involucrado en muchos procesos fisiológicos importantes y está formado por enzimas y receptores cannabinoides CB1 y CB2.

Es un sistema perfecto que participa en la mayoría de los procesos fisiológicos de nuestro cuerpo, regulándolos y controlando su curso, y su función básica es mantener la homeostasis, o equilibrio interno. Este sistema fue descubierto relativamente recientemente, en 1988, por Raphael Mechoulam, un científico israelí.

El sistema endocannabinoide (SEC) está involucrado en la modulación de diversos procesos cardiovasculares e inmunológicos, el metabolismo y las funciones cognitivas, como las relacionadas con la sensación de emociones, el aprendizaje y la memoria. Este sistema también regula la sensación de hambre y de saciedad, así como el sueño. Influye en la actividad motora, las funciones reproductivas y la temperatura corporal.

El ECS normalmente es estimulado por endocannabinoides como la anandamida o el 2-AG, que son producidos naturalmente por nuestro cuerpo. Sin embargo, como muestran numerosos estudios, la mayoría de nosotros tenemos deficiencia de endocannabinoides. Aquí es donde entra el CBD, un fitocannabinoide que se encuentra en las plantas de cáñamo y que, por su estructura, se considera un equivalente de los endocannabinoides que produce nuestro organismo. El CBD tomado externamente afecta el funcionamiento adecuado del ECS al unirse a sus receptores, que también se encuentran en la piel, produciendo muchos efectos terapéuticos beneficiosos.

Debido a sus efectos regenerativos y antibacterianos, el CBD se utiliza en terapias dermatológicas y produce resultados visibles en forma de una mejor condición de la piel.